El pasado miércoles 6 de marzo de 2019 se dio inicio al ciclo de conferencias Filosofía en la Ciudad. La primera conferencia fue Epistemologías Feministas a cargo de Adolfo León Grisales.
A continuación pueden leer un resumen de esta conferencia:
Las epistemologías feministas inician una lucha por el reconocimiento, no de un grupo de ciencias en particular, como ha sido el caso en relación con las ciencias humanas y sociales, y los debates acerca de si la diferencia en sus objetos de estudios y en sus métodos permite reivindicar la condición de ciencia para estas disciplinas, sino que el debate se centra ahora en la cuestión del sujeto: no es apenas anecdótico y coyuntural que nuestras ciencias hayan sido practicadas por un tipo de sujeto, que pertenece a un cierto grupo social, a un género en particular, a una historia y a una geografía en particular. Ese el gran punto de la discusión: la relevancia del sujeto en la investigación científica. En el caso de las ciencias humanas el debate se centró en sus inicios en la cuestión de si la diferencia en los objetos de investigación podía justificar una diferencia en el método científico, los positivistas dirían que no y los hermeneutas que sí. Pues bien, ahora el debate es si la diferencia de los sujetos de investigación puede justificar una diferencia en el método científico, y en concepción misma de ciencia.
Lo que hay implícito en esa pregunta es algo más que una fría cuestión epistemológica, es también una cuestión política: la ciencia ha estado al servicio de una ideología en particular y de un particular ejercicio y juego de poder; la pregunta por una ciencia pensada desde los sujetos es también la pregunta por una ciencia pensada desde la marginalidad del poder. Y no estoy diciendo que la ciencia sea algo malo en sí misma, o que los científicos sean perversos, el punto es otro: ¿desde dónde se decide qué vale la pena investigar y qué no? ¿al servicio de quién se pone el conocimiento de la ciencia?
Si bien la dimensión ideológica y política de las epistemologías feministas es innegable e irrenunciable, esto no debe verse como una limitación, antes bien, esa objeción precisamente parte del prejuicio de que la ciencia es un tipo de conocimiento que se construye al margen de toda ideología y de todo juego de poder. En tal sentido, lo primero que afirman las epistemologías feministas, pensadoras como Sandra Harding y Donna Haraway, recogiendo con esto una vieja idea de la Escuela de Frankfurt y de la Teoría Crítica, es que la ciencia no es neutral, que la supuesta neutralidad de la ciencia ha sido la manera de ennoblecer y ocultar el juego de poder al que responde. En el mismo sentido en el que decimos que la historia la escriben los vencedores, igual podríamos decir que la ciencia y su historia han respondido a un juego de poder. La ciencia, sus métodos, los temas de los que se ocupa, su lenguaje, corresponden a un grupo dominante en particular, y expresa el marginamiento de la mujer, que simplemente se ha dado por obvio y se ha encargado además de reforzar y naturalizar.
En otras palabras, la ciencia ha sido sesgada, y nociones como las de verdad, y la supuesta neutralidad moral y política, han sido simplemente la manera de ocultar dicho sesgo.
De otro lado es necesario enfatizar que nuestra idea clásica de ciencia y de verdad han partido de la idea de que es necesario mantener a raya al sujeto. En últimas el método científico es una manera de garantizar que no intervenga el sujeto, de garantizar la objetividad. Pero ya desde la hermenéutica y desde el pragmatismo se comienza a cuestionar una idea abstracta de verdad, y se defenderá la idea de que la verdad siempre lo es con relación a alguien y en un contexto y un momento histórico determinado; nada es verdadero o falso en abstracto o por sí mismo, sino siempre para alguien y en alguna época. En tal sentido, las epistemologías feministas lo que vienen a reivindicar es que no hay ciencia sin sujeto, pero el sujeto tampoco puede ser una abstracción, se trata siempre de un sujeto concreto, de ahí también que sea necesario hablar de feminismos, en plural, porque la marginalidad de las mujeres ha sido diferente en cada contexto; así, unas son las reivindicaciones políticas y epistemológicas por las que lucha una mujer blanca, norteamericana, heterosexual, y otras muy distintas por las que tiene que luchar una mujer indígena latinoamericana, o una mujer campesina, o una mujer negra norteamericana, o chocoana, o una mujer transgénero en la Guajira.