Aquí el profesor Leonardo Cárdenas Castañeda presenta una reseña de la conferencia que orientó con el mismo título en el Ciclo de Conferencias del Banco de la República dedicado a las Mujeres Filósofas el día 13 de marzo de 2019.
Son dos los propósitos de esta conferencia: En primer lugar mostraré la teoría de la justificación fundherentista que defiende Haack como una manera de presentar una versión intermedia entre las dos teorías clásicamente contrapuesta, el fundacionalismo y el coherentismo. En segundo lugar presentaré la epistemología naturalizada de esta filósofa inglesa que denomina como naturalismo aposteriorista, reformista y restringido, alejándose del naturalismo radical de Quine así como del enfoque apriorista de la epistemología clásica.
El fundherentismo
Haack (1993/1997) con esta teoría intenta mostrar una salida intermedia entre las dos teorías de la justificación más populares en epistemología, el fundacionalismo y el coherentismo. El primer cuerno del dilema plantea que nuestras creencias se deben apoyar en un principio firme para que estén justificadas. En otras, palabras, si nuestras creencias carecen de alguna base observacional (1), entonces no se pueden justificar. Así, si pretendo justificar mi creencia de que “la tierra tiene aproximadamente 4.600 millones de años”, necesito buscar evidencia empírica en ciencias como la geología o la antropología para saber si mi creencia es verdadera o no. Pero, uno de los problemas del fundacionalismo es que muchas veces “los sentidos nos engañan” al mejor estilo cartesiano, o en otras palabras, nuestras teorías científicas también son falibles.
Por otro lado, el coherentismo sostiene que para que una creencia esté debidamente justificada es necesario que ésta sea coherente con un conjunto más o menos amplio de creencias que la hagan consistente. Por ejemplo, la justificación de la creencia “Hugo Chávez está muerto” debe ser consistente con otro conjunto de creencias que la acompañen de manera coherente; así, la anterior creencia debe ser consistente con creencias del siguiente tipo: “Nicolás Maduro (su ex canciller) así lo informó a la opinión pública”, “los médicos ya habían diagnosticado la fatalidad de la enfermedad de Chávez”, “fuimos testigos por televisión del funeral de Chávez”, etc. Sin embargo, el problema del coherentismo es que no le hace justicia a los hechos, es decir, podemos tener un conjunto coherente de creencias que no se ajustan a la realidad, es decir que son falsas.
Debido a estas y otras dificultades de estas dos teorías de la justificación, Haack piensa que su fundherentismo puede ser la opción satisfactoria. La importancia del fundherentismo radica en que si bien es primordial que las creencias estén apoyadas en la experiencia, de ahí no se sigue que ese tipo de creencias sean las privilegiadas, así como tampoco tenemos que apoyarnos exclusivamente en un sistema de creencias de manera unidireccional, por eso el fundherentismo permite que haya un apoyo mutuo entre creencias (que sean coherentes y que tengan apoyo en la experiencia). Esta particularidad muestra la importancia de la analogía con el crucigrama que emplea Haack, pues el conocimiento se puede dar en varias direcciones y a la vez puede estar respaldado por el conjunto de creencias que resulta relevante para su justificación.
La epistemología naturalizada moderada
Según Quine (1969/1986), la epistemología naturalizada se debe considerar como una eliminación de la filosofía misma, pues por medio del discurso metateórico es difícil solucionar satisfactoriamente los viejos problemas de los que se ha ocupado esta disciplina. Sin embargo, este no es un resultado ineludible. La filósofa Susan Haack piensa que a juzgar por la caracterización de Quine, la naturalización de la epistemología busca eliminar la labor filosófica y privilegiar solamente el discurso científico. Pero la naturalización de la epistemología tiene varios matices que no implican una postura tan radical.
Según Haack, hay por lo menos tres sentidos, totalmente distintos, en los que se puede entender la epistemología naturalizada. El primero es el naturalismo expansionista que consiste en considerar como legítimos los problemas tradicionales de la filosofía a la vez a que se aceptan los avances y estudios de las ciencias empíricas. Como vemos, en esta primera postura no hay ninguna exclusión mutua entre la filosofía y la ciencia; simplemente, el concepto de epistemología debería extenderse hacia otras áreas como la ciencia. El segundo sentido de la noción de epistemología naturalizada corresponde a lo que Haack llama naturalismo reformista, el cual sostiene que los avances de la ciencia pueden ayudar a resolver problemas típicamente filosóficos. En otras palabras, se debería apelar a la ciencia para tratar de ofrecer una solución distinta a los asuntos propios de la epistemología tradicional. Por último, tenemos lo que se puede entender como naturalismo revolucionario (que es el que Haack le atribuye a Quine), que consiste en mostrar que los problemas filosóficos tradicionales carecen de sentido. Se trata de “la tesis de que los problemas tradicionales de la epistemología son ilegítimos o están concebidos erróneamente, y deberían abandonarse, para sustituirse por cuestiones científico-naturales sobre la cognición humana” (Haack, 1997: 165).
La versión de epistemología naturalizada que Haack defiende vendría siendo una posición intermedia entre un naturalismo expansionista y un naturalismo de corte revolucionario. Haack tiene en mente un naturalismo aposteriorista, reformista y restringido. Esta tesis tiene la ventaja de ser, según argumenta ella, la posición más modesta. Esto es así porque, por un lado, considera los problemas tradicionales de la filosofía como asuntos legítimos y, por otro, no se adhiere totalmente al naturalismo científico (de ahí su componente aposteriorista). Esta posición procura reconocer en la ciencia una herramienta útil para tratar algunos problemas clásicos de la filosofía, pero sin necesidad de caer en el cientificismo extremo, que parece ser la dirección a la que apunta Quine con su propuesta naturalista. Haack considera que si bien se debe reconocer un status epistemológico especial y distinguido a la ciencia, de ahí no se sigue que la ciencia goce de una posición de absoluto privilegio con respecto a las maneras en que obtenemos conocimiento, pues aunque la ciencia ha obtenido éxitos grandiosos y ha formulado hipótesis explicativas importantes que se han corroborado detalladamente mediante la observación y la experimentación rigurosas, de ahí no se sigue que la ciencia anule otras alternativas. En síntesis, el naturalismo moderado de Haack que incluye el componente aposteriorista hace notoria la diferencia con el naturalismo científico de Quine, ya que presenta la legitimidad de los problemas tradicionales de la epistemología y reconoce en la ciencia un instrumento que puede ayudar a resolverlos.
Notas al pie
(1) Aquí estoy asumiendo un fundacionalismo basado en la experiencia, pero esto no significa que todo fundacionalismo tenga que ser así. Descartes era un fundacionalista no empirista y buscó su primer principio en una idea clara y distinta, dotada de certeza, y capaz de servir como fundamento. El problema del fundacionalismo cartesiano no es que los sentidos nos engañen sino que se puede generar un regresus ad infinitum, o que lo que parece un firme fundamento, no lo es, después de todo.
Referencias bibliográficas
Haack, S. (1993/1997). Evidencia e Investigación. Hacia una reconstrucción en Epistemología. (A. Martínez. Trad.). Madrid: Tecnos.
Quine, W. V. O. (1969/1986). “Epistemología Naturalizada”. En La Relatividad Ontológica y Otros Ensayos. (M. Garrido y J. Blasco. Trad.). Madrid: Editorial Tecnos. 93-119.